En algún lugar escuché definido el termino vida como: Un sistema químico capaz de replicarse, utilizar materia y energía del entorno y gracias a eso evolucionar y hacer copias de sí mismo pero siendo diferente. El locutor del programa atribuyó está frase al científico Gerald Joyce y aunque no he podido comprobar si es fehaciente, si que me parece muy descriptiva de la realidad.
La vida apareció pocos cientos de miles de años después de la creación de la tierra y gradualmente, casi de manera letárgica, evolucionó desde las invisibles bacterias hasta el día de hoy, y seguirá haciéndolo, estemos o no, hasta que llegue el punto de inflexión nuevamente en que la tierra no sea habitable. Todo acaba.
Pero no pretendo ni irme tan atrás en el pasado ni mucho menos navegar por las desconocidas mareas y bifurcaciones del futuro, quería irme unos cientos de miles de años para atrás para una breve y poco profunda disertación sobre la afectación a la naturaleza humana de la vida actual, sus ritmos, sus imperativos, su domesticación social forzada.
El movimiento y la postura
Como reza la canción Movimiento de Jorge Drexler:
“Apenas nos pusimos en dos pies, comenzamos a migrar por la sabana, siguiendo la manada de bisontes, más allá del horizonte, a nuevas tierras, lejanas”
La causa de que los ancestros de los humanos se irguieran, según algunos teóricos, fue debido a un retraimiento de la cobertura vegetal selvática influido por movimientos orográficos en el Valle del Rift, que crearon barreras naturales que disminuyeron los regímenes de lluvia de la zona, convirtiendo paulatinamente las densas arboledas en sabanas y herbazales.
Adaptándose forzosamente a este devenir, los Australopitecinos —Otros estudios indican que el bipedismo es muy anterior— empezaron a caminar a dos patas ya que su principal sentido era la vista y generaba una buena estrategia para observar por encima de los pastizales, transportar objetos o manejar utensilios. A partir de aquí, unos millones de años más tarde Homo erectus comenzaría la primera gran dispersión del género por el continente euroasiático, y como es obvio, lo haría caminando.

El ser humano está “hecho” para caminar y es capaz de hacerlo durante largas distancias y con una temperatura relativamente alta. El sudor por ejemplo es un sistema de refrigeración del cuerpo que habría ayudado en la caza, agotando a las presas que no podían enfriar su cuerpo con tanta eficacia con el jadeo y que acababan hechas trizas a base de golpes de calor. La postura bípeda además hace que el aire enfríe mejor y que la radiación solar nos impacte en una menor superficie.
La caza-recolección era la forma de construcción de las sociedades, que aunque se sigue llevando a cabo en la actualidad por algunos pueblos y tribus, empezó a entrar en retroceso desde la revolución neolítica, que, partiendo en teoría desde el creciente fértil y expandiéndose por Europa y Asia en la antigüedad (también algún tiempo después en varias zonas de América, véase mapa) convirtió paulatinamente a los grupos nómadas en sedentarios. Tras la colonización europea y la implantación del capitalismo mundial estos modos de vida —y hasta hace poco también la agricultura de subsistencia— que aun pervivían en muchísimas zonas se vieron esquilmados casi por completo.
Perdidas las sociedades de cazadores-recolectores ya no es necesario moverse (hablo en general de occidente), no hace falta buscar alimento, ni agua, ni pastorear, ni migrar (al menos no andando), ni cazar, ni labrar la tierra. A día de hoy estamos sentados demasiado tiempo, además en posturas en general “incorrectas”, nos movemos en coche o en transporte publico, parte de la población trabaja sentada, cansados de trabajar nos sentamos en el sofá, en un ordenador, en un sillón a leer o en la mesa a comer. Nuestro cuerpo no está preparado para esta cantidad de tiempo en tal postura, de hecho lo común —y puede observarse en los niños que aun no están atados a las normas de convivencia— es sentarse en el suelo. Una sentadilla profunda, con las piernas cruzadas o al estilo japonés es más natural.
Por lo tanto pienso que estamos expuestos a un sistema socio-económico en el que, ya sea por tiempo, por trabajo, por unas costumbres cambiantes y casi por imperativo de las normas no escritas forzamos a nuestro cuerpo a unos fundamentos que no le pertenecen o lo constreñimos a un horario concreto para cubrir esa falta. Ir un día a la semana a andar 10 kilómetros al campo no conmuta que el resto de la semana no has dado ni una vuelta a la manzana y yo por supuesto entono el mea culpa.
Igualmente existen otros aspectos del movimiento y la postura que se utilizan incluso menos y que son muy beneficiosos como colgarse de una rama de un árbol o una barra metálica de las que podemos colocar fácilmente en casa. El militar francés Georges Hébert al que conozco por ser uno de los principales inspiradores del posterior deporte Parkour creó lo que él denominaba Método Natural, una serie de entrenamientos que ideó tras observar a los pueblos africanos que visitaba en sus viajes y a los que admiraba por ser fuertes, agiles y resistentes únicamente por su vida diaria en la naturaleza. Este método natural constaba de 10 núcleos: caminar, correr, saltar, andar a cuatro patas, escalar, equilibrio, carga de objetos, lanzamiento de objetos, defensa y nado. Todos estos ejercicios realizados en la naturaleza y con la filosofía de ser útil y poder ayudar al resto de personas me parecen un buen corpus, sin evidentemente ser yo ningún experto, para poder recuperar dentro de lo posible una capacidad de movimiento perdida en los albores de nuestra evolución y que nuestro cuerpo, si te paras un momento a observarlo y a moverlo, pide a gritos.
Me he dejado cosas en el tintero, ya sea por olvido o por no querer excederme —esto era una única publicación pero la voy a tener que dividir en al menos dos partes— como los beneficios a nivel mental que trae la propia movilidad (los músculos generan miocinas, una hormonas multiusos), el bienestar físico general, la reducción de las enfermedades y si se realiza en el campo, la conexión con la naturaleza y el descubrimiento del propio territorio y sus dinámicas y biodiversidad.
Pero como he dicho no quiero excederme así que dejo aquí como curiosidad un estudio (en ingles) sobre los hábitos de caminar del pueblo Hadza y la media de kilómetros que incluso los niños recorren a diario.

Disclaimer: Esta publicación está escrita con datos que he ido escuchando en programas de radio, estudios, libros y paginas web. No soy ningun experto del tema y he podido tener alguna salida del tiesto. ¡Si entiendes más del tema y he cometido algún error te agradecería que me lo dejaras en comentarios!
¡Hasta la próxima!
Alguna foto de mujeres de esa tribu?